martes, 19 de enero de 2016

DE CIRCOS, TOROS Y PROHIBICIONES EN EL AYUNTAMIENTO DE CÓRDOBA.



El autor del blog, cuando estaba a punto de cumplir cinco años, en la Plaza de Santa Lucía de Cabra, donde me crié y donde sigue teniendo su domicilio mi madre.
Eso de estar coyunturalmente de baja te permite butades como la de visionar por televisión el pleno municipal del Ayuntamiento de Córdoba. Y ahí se  ha aprobado una moción en contra del sometimiento de los animales en los circos... paso previo a la prohibición de corridas de toros.
A contracorriente. Lo mío es ir a contracorriente. Cada vez más incorrecto. Ahora lo que vende es ser antitaurino. ¿Un progre protaurino? Eso no vende, rara avis. Lo imperante es ser "defensor de los animales"... El defender cualquier otra cosa es demodé, carca, de otros tiempos... 
Vaya, pues lo confieso... Soy de otros tiempos.
En mi época los niños nacían con un balón debajo del brazo, o con una muñeca, o con la leche en polvo  que regalaban los americanos -o la pasta-. Mi amigo Juan me recordó hace muchos años las veces que a su familia le daban leche en polvo y pasta procedente de los americanos. Yo nací con una muleta debajo del brazo. Yaprendí a leer entre "Ya" y "El ruedo".
No, yo no me puedo quejar, otra cosa no, pero carne sí que tenía. Había tenido la suerte o la desgracia de nacer en una familia de carniceros. Eusebio Muriel tenía una carnicería en plena Plaza del Ayuntamiento de Cabra. Sí, cerca de donde cayeron esas bombas cuando ya finalizaba nuestra enésima Guerra Civil -esa que no me gusta explicar en clase porque sigo sin entenderla-. Sí, en aquella carnicería de Eusebio Muriel nací yo. Pero no solo se dedicaban a la venta de carne despiezada, sino que también eran tratantes de ganado. En Belén -junto a la actual estación de autobuses-, donde comienza el encauzamiento de la Tejera -o Tejedera-, allí estaba el lugar donde habitualmente tenían las vacas. 
Carniceros, tratantes, y empresarios de toros. Yo siempre he visto de pequeño el mundo taurino. Desde las cabezas disecadas -en la calle álamos o en Belén- a las piezas diseccionadas... y al espectáculo. Recuerdo especialmente dos lugares: Priego de Córdoba y Ávila.
Plaza de Toros de Ávila
... Y la de Cabra...

Siempre he sentido una atracción especial por Ávila. Cuando en aquel tiempo no se viajaba, yo acompañaba en algunos viajes a mi padre a Ávila -con el resto de la familia-. Allí él, como en Priego, colaboraba como taquillero con mi tío, el rico, Juan Antonio Muriel, empresario de esas dos plazas. Yo correteaba por las plazas de toros como si fueran mi segunda casa. Como salí muy pronto de mi ciudad de nacimiento, siento la frustración de no haber realizado el estudio de la Plaza de Toros de Cabra -de la que también mi abuelo y tío fueron empresarios-. De la plaza egabrense, más que empresarios mis familiares habían sido accionistas. También correteaba por ella.
Fue, en aquel lejano tiempo, mi vida. He ido varias veces a Ávila pero nunca he vuelto a la plaza de toros. Allí, dice mi madre, sigue habiendo una inscripción donde nombran a mi tío. No sé si es porque él, siendo empresario, la inauguró. Uno va con tan poco tiempo a la ciudad de Santa Teresa que no pierde el mismo para ir a las afueras. Es que no sucede como en Cabra, que está en pleno casco urbano central -no puedo hablar de casco histórico-.
Pues sí, esa fue mi vida. Yo, que tuve la suerte de ver a los mejores toreros de la época, nunca quise ser torero... Ni empresario. Eso era mi tío rico. Yo me conformaba con acompañar a mi padre y corretear por la plaza de toros. Coger las banderillas que le arrancaban al toro... o los cuernos... Y de visitar ese sanguinolento espectáculo que es el desolladero de una plaza de toros... Si los antitaurinos se sorprenden de lo que es la corrida en sí, no se imaginan un desolladero... ¿Y qué? Yo me crié entre sangre de toro.
No voy a entrar en las razones tradicionales para demostrar su continuidad. Cierto es que algunos aspectos los aborrezco, como la relación toros/fiesta nacional/fascismo o pseudofascismo. Los toros no son la fiesta nacional; es una fiesta más arraigada no solo en otros lugares como hispanoamérica -¡antiguas colonias, claro!- sino en Francia -no ha sido nuestra colonia, más bien al contrario-.  Reitero, yo no voy a hablar de cómo desaparecería esa raza del toro de lidia.  Como su propio nombre indica, son toros de lidia.
La mayor parte de los antitaurinos en su puñetera vida han visitado una ganadería. Éramos pocos... pues sí también, por parte de padre, mi tío  Francisco estuvo bastantes años  vinculado a lo taurino. Llevaba las cuentas - o algo parecido- de la ganadería de Benítez Cubero -y luego de su viuda, María Pallarés-. Yo tuve la suerte de ir un año a la finca principal, Los Ojuelos, en algún lugar de la provincia de Sevilla. Espacios interminables de dehesa donde vivían los toros. Que sí, no voy a entrar si un toro de corrida vive a sus anchas cinco años y como mucho la carne de vacuno en un supermercado -cada vez quedan menos carnicerías- es de añojo... o de ternero...
No, yo solo analizo lo que supone la fiesta -sin más calificativos-... Y considerada "casi" como patrimonio inmaterial en Francia. 
Yo no defiendo esos espectáculos ominosos que existen en otros lugares de España -incluyendo Cataluña-, pero desde luego, me parece una auténtica barbaridad -no voy a decir aberración porque los otros consideran a los protaurinos justamente eso- el suprimir el espectáculo taurino. Desde los encierros de San Fermín -sin las borracheras añadidas- a las corridas... Es un medio que aporta beneficios a la comunidad, al turismo, en lugares donde la actividad económica está cada vez más degradada.
Y me joden los políticos que tienen distinto rasero: Si voy a una plaza de toros o a un entorno similar, hablo bien de la tauromaquia... si necesito mantenerme en el cargo, voto en contra. Falsos...
Pues sí, soy protaurino.
¡Ah! y, finalmente, me alegro de contar en mi familia política con José Miguel Soriano, ese joven abogado bujalanceño , encargado dentro del despacho de Cremades y Calvo Sotelo de defender la tauromaquia. 
El joven abogado bujalanceño José Miguel Soriano, defensor de la Tauromaquia.

Por cierto, recomiendo visitar el museo taurino de Córdoba, ya sin las medallas del rejoneador Cañero... ha quedado, después de la remodelación, magnífico.
P. S.: Palabras de Pérez Reverte en su "Patente de Corso"

"Quizá por eso, igual que hoy aprecio y respeto las corridas de toros, detesto con toda mi alma las sueltas de vaquillas, los toros embolados, de fuego, de la Vega o de donde sean, las fiestas populares donde un animal indefenso es torturado por la chusma que se ceba en él. Los toros no nacen para morir así. Nacen para morir matando, si pueden; no para verse atormentados, acuchillados por una turba de borrachos impunes. Un toro nace para pelear con la fuerza de su casta y su bravura, dando a todos, incluso a quien lo mata, una lección de vida y de coraje. Por eso es necesario que mueran toreros, de vez en cuando. Es la prueba, el contraste de ley. Si la muerte no jugase la partida de modo equitativo, el espectáculo taurino sería sólo un espectáculo; no el rito trágico y fascinante que permite al observador atento asomarse a los misterios extremos de la vida. Sólo eso justifica la muerte de un animal tan noble y hermoso. Ahí está, a mi juicio, la diferencia. Lo demás es folklore bestial, y es carnicería"
Lo que sé sobre toros y toreros ARTURO PÉREZ-REVERTE | El Semanal - 04/5/2008



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