lunes, 30 de junio de 2014

EL RESTAURANTE "EL BAÑISTA", LUGAR DE LA ÚLTIMA REUNIÓN ORDINARIA DEL DEPARTAMENTO DE GEOGRAFÍA E HISTORIA DEL IES BLAS INFANTE

Tras un largo y dilatado curso académico, los componentes del Departamento de Geografía del IES Blas Infante nos reunimos en el restaurante El Bañista de Córdoba.
Es lógico que buscáramos un lugar en el Casco Histórico de Córdoba, cuando se va a celebrar su XX aniversario, y lo hemos hecho en el local de la calle Lineros.
Lo del bañista es fácilmente reconocible, como se aprecia en la imagen.


 
La ventaja de estas reuniones es que, además de convertirte en un gran sastre -o sastra-, cuando aciertas en la elección, disfrutas de un placer culinario también Patrimonio de la Humanidad -lo digo por la dieta mediterránea-.


Así que, mientras cortábamos los correspondientes trajes  al personal de nuestro IES -lo que se debe a la envidia, a la perfidia o al propio placer de desahogarte-, pudimos disfrutar de unos entrantes de hummus y escabeche -gentileza de la casa; o mejor dicho, gentileza de Claudio Calero, ex-alumno de nuestro compañero Pedro Santos; realmente exquisitos, unión mediterránea del Sur africano y Norte español
Pedro Santos con el propietario, Claudio Calero.

Una vez que ya habíamos elaborado los trajes a nuestros compañeros, e incluso solucionamos el futuro de nuestro centro, pasamos a cuestiones más mundanas, bebiendo las "Tetas de la Sacristana", un excelente tinto de la alpujarra almeriense. Con cuerpo, de aromas frutales y connotaciones a madera, y que no molestaba al paladar a pesar de sus 14,9º. Realmente no era así, porque el vino acompañaba a la comida, y volvemos a la fusión, unas excelentes brochetas de kefta.
Tras las brochetas de Kefta, cuya imagen nos acompaña, pudimos preparar las actividades extraescolares del próximo curso con un increíble tartar de atún. Un excelente pescado, probablemente de almadraba, crudo, con un toque de mango, pimientos del piquillo y con una salsa de soja y mostaza a la antigua de Dijon. Brillante para unos, sublime para otros.
Del mar a la montaña.
Pasamos a comentar el cupo para el próximo curso delante de un risotto con boletus, en su punto, cremoso, con sabor sin que ninguno de sus componentes destacara: una sinfonía de sabor que nos recordó el pasado -y futuro- viaje a Italia.
Tras el mar, la montaña. 
Para eso, unos filetes de ternera gallega, en su punto, perfectamente sellados, con todo su sabor y su jugo, que nos permitieron evaluar los resultados del curso.
Para finalizar, y, celebrando los resultados nuestros y de los que nos rodean (Alejandra, enhorabuena por ser nueva maestra, y a tu madre, Curra, la persona más feliz de esta parte del mundo) pudimos disfrutar de dos postres de bizcocho de chocolate con helado de vainilla y violeta, loados incluso por Enrique Santos, que procede de maestros pasteleros.
Cerramos la sesión con un Monistrol brut nature, brindando por el presente -que ya es mucho- y por el futuro.
Y, con Pedro Santos, firmando en el libro de honor de un nuevo restaurante con una cocina que, probablemente merezca una de las estrellas Michelín. Bueno, probablemente no tenga la estrella por su precio: se puede disfrutar de un extraordinario menú por no más de 25 euros por persona. Claudio, cuando tengas esa estrella, recuerda tus orígenes y no dispares el precio.
Finalmente, brindamos con el bañista.
Hasta la próxima, Curra, Alfonso, Pedro y Enrique.
Y a ustedes, reserven mesa, allí no se sentirán defraudados. 

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